Preguntas Frequentas

 

Notas sobre la Nutrición e Hidratación

  

Inquietudes Pastorales 

Ya se ha vuelto muy común el remover la nutrición y la hidratación de los pacientes que están incapacitados, pero que todavía no se están muriendo necesariamente. A menudo, un paciente que ha sufrido un accidente cerebrovascular, o que sea incapaz de comunicar sus deseos, se caracteriza por tener una "mala calidad de vida" o que está padeciendo de “una existencia gravosa".

 
La Iglesia Católica enseña que la vida es un bien inestimable y que, aun cuando es afectada por enfermedad, este mismo valor permance intacto. De hecho, los enfermos y los ancianos merecen nuestra atención especialmente. La medicina y la ciencia están llamadas a erradicar las enfermedades de las cuales padecemos; ellas no están llamadas a erradicar a los pacientes que sufren dichas enfermedades.

 
Muchos feligreses habrán tenido experiencias de un ser querido cerca de la muerte y se han esforzado por tomar decisiones sobre el final de la vida. Ellos tal vez habrán tenido que lidiar con algunos miembros de su familia que no aceptan las orientaciones de la Iglesia Católica, o con los médicos ocupados que ya tienen la mente decidida respecto a tales casos. Puede ser muy difícil elegir el camino correcto cuando uno se enfrenta con decisiones sobre el final de la vida.

 
Sugerencias Pastorales

• Las enseñanzas de la Iglesia sobre el suministro del alimento y del agua no pretenden ser una carga para nosotros, sino que expresan una preocupación humanitaria en general. Debemos proporcionar alimentos y agua, incluso por vía artificial, a todos los que tienen necesidad de ellos y que se pueden beneficiar de ellos fisiológicamente.

 • Hay varios medios de proporcionar nutrición e hidratación, algunos de los cuales son más invasivos que otros. Mientras más gravosa le es al paciente la intervención, menos obligatoria se vuelve moralmente hablando.

• En principio, el proveer nutrición e hidratación por vía artificial no difiere en su dimensión moral del proveer alimentos y agua usando tenedor y taza. Ambos constituyen medios ordinarios de preservar la vida.

• El hecho que alguien esté en un estado de inconsciencia y que no se espera que se recupere, no es un motivo para privar a esa persona de alimentos y agua.

 • La postura de principio para aquellos que están sufriendo de la disminución de su estado de conciencia, y que no han comenzado el proceso de muerte, así como para aquellos que están al final de la vida, debe ser a favor de proveer nutrición e hidratación, aun por medios artificiales. Si la provición de alimento y agua resulta ser futil (si no están siendo asimilados por el cuerpo), o si pueden causar complicaciones serias (neumonía por aspiración, infecciones, ecc.), entonces pueden ser suspendidos.

 • El paciente siempre debe recibir agua y alimentos por vía oral, de ser posible. Si esto no es posible, entonces se bede de usar el medio menos invasivo, si es que esto proveerá beneficio fisiológico, y si puede prevenir el sufrimiento o la muerte del paciente.

 • Los médicos no deben asumir que el paciente inconsciente o semi-inconsciente, debido a su capacidad mental disminuida, no experimentará el procedimiento médico que permite la prestación de nutrición e hidratación artificial. Siempre debe de usarse el anestésico apropiado.

 • Los pacientes que sufren de demencia a menudo no se benefician de la provisión de alimentos y agua por medios artificiales, pero cada caso debe ser juzgado por sus propios méritos.


Pautas Generales

Cada vez que se hace una recomendación de no proporcionar alimentos y agua, hay que hacerse una pregunta; "¿Cuál será la causa de muerte?" Si la respuesta es la deshidratación y la inanición, y la nutrición artificial y la hidratación podrían ser suministradas y asimiladas fácilmente, entonces el no suministrarlas es una forma de eutanasia. La pérdida del conocimiento no es una enfermedad mortal. Nadie muere de inconsciencia.

Otra pregunta que debemos hacernos es si el proceso de muerte ya ha comenzado. Si la muerte es inminente, el suministro de nutrición e hidratación artificiales no es necesario. La causa de muerte será la enfermedad subyacente.

Los feligreses también deben entender que hay muchos tipos de testamentos vitales y de directrices anticipadas que invitan a los pacientes a retirar los alimentos y el agua proporcionados por medios artificiales, en caso que el paciente se vuelva mentalmente incapacitado. Los Católicos no deben firmar esos documentos; si los han firmado, deben de revocarlos. Una alternativa mejor es la designación de un agente de atención médica, el cual puede, caso por caso, hacer una determinación de la moralidad de las intervenciones médicas en consonancia con la voluntad del paciente y la enseñanza de la Iglesia.

La vida actual es de corta duración. La vida futura es eterna. Aunque puede ser difícil apreciar la importancia de estas decisiones en el presente, debemos recordar que Dios nos ha llamado a vivir la medida de vida que Él nos ha asignado a cada uno. No es necesario realizar ningún procedimiento médico que extienda esta vida más allá de sus límites apropiados, pero tampoco hay que tomar medidas para acortar la vida por miedo o por preocupación exagerada. Cuando la enfermedad, el envejecimiento y la muerte se ponen dentro del contexto de nuestra fe, podemos tener consuelo en el confort del Espíritu Santo.